El programa Opinacat cambió de cara esta semana, con un relevo temporal de presentadores: Carolina Ferre cogió el testigo a Carlos Fuentes mientras este disfruta de unas merecidas vacaciones. La presencia de la directora de Gabarró Abogados -Herencias- está siendo, sin embargo, incondicional: Meritxell asistió al plató el pasado martes para hablar, una vez más, sobre la extensa cuestión sucesoria. El tema principal que se trató giró alrededor de la conveniencia de nombrar un apoderado.

El incremento de la esperanza de vida sumado al ritmo frenético que a menudo exige el día a día ha generado, en los últimos años, un aumento exponencial de los accidentes y enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares, que se ha visto reflejado con más situaciones de incapacidad sobrevenida, poniendo de relieve la importancia de otorgar un poder general a favor de una(s) persona(s) de total confianza para se haga cargo de la gestión del patrimonio del poderdante en el supuesto de que perdiera su capacidad de decisión y, consecuentemente, la firma para cualquier documento.

Meritxell quiso hablar ampliamente sobre este tema, dada su relevancia y practicidad: hay que tener en cuenta que este es un “poder de ruina”, es decir, un poder total, y que, por lo tanto, implica un riesgo importante. Lo único para lo que no sirve el poder es para hacer el testamento de alguien, porque es un acto personalísimo y, si se quiere que sirvan para hacer donaciones, no se puede decir genéricamente, sino que como protección legal, hace falta que se especifique lo qué y a quien se permitiría hacer donaciones. Para todo el resto, tiene previstas las facultades para actuar en nombre suyo, y por eso es esencial que sea una persona de TOTAL Y ABSOLUTA CONFIANZA.

Tener el poder otorgado a alguien de confianza solo son ventajas, puesto que sino hay que ir al Juzgado, que designará un Asistente para que represente la persona que ha perdido la capacidad, el que comporta tiempo, dinero y lo peor, no es nada agradable para los familiares. Así se demostró en una de las últimas llamadas de un oyente, Celso, el cual explicó que, al encontrarse su mujer con Alzheimer, no puede cerrar una cuenta del banco que va a nombre de su mujer, por el cual le están cobrando una comisión mensual alta. Visto que la burocracia no entiende de situaciones humanas, lo más sensato es, mientras estamos bien, ser previsores y nombrar apoderado.

Esta llamada sirvió, además, para aclarar de manera práctica una duda de la presentadora, Carolina Ferre, que se preguntaba si el poder general puede ser inherente al testamento. Y es que no. Meritxell le explicó que el poder sirve mientras vivimos y que cuando faltamos, el apoderado ya no puede actuar más con el poder, porque entonces el patrimonio pasa a ser de los herederos y el testamento, que es una pieza completamente independiente del poder, determinará los favorecidos en la herencia. En resumen, el poder nos protege por mientras somos vivos y el testamento la basura para decir como queda todo cuando ya no estamos.

El resto de las llamadas de los oyentes acabaron confluyendo en una misma conclusión: hacer el testamento es esencial incluso en las configuraciones más simples, como cuando se tiene un hijo único. Y, para aquellos que lo postergan alegando que no tienen tiempo, un dato curioso que reveló Meritxell: el testamento ante el notario se puede hacer desde los 14 años.